miércoles, 28 de septiembre de 2011

Pobre desarrollo, alta adaptación.

El axolote es una especie exótica de anfibio con cola. Tiene la curiosidad de madurar sexualmente, a la vez que su desarrollo corporal sufre un retraso marcado. Es decir, evoluciona mucho sexualmente, pero poco en el resto de su ser.
Este pobre desarrollo que lo mantiene casi en estado larvario, lo convierte en un ser que puede mutar y adaptarse según el clima y condiciones del lugar donde le toque estar.

Los animales que se desarrollan por completo, ganan habilidades muy concretas, como la fuerza del elefante, la velocidad de un galgo, y demás características de cada especie, porque el ciclo de desarrollos se completa. Son más especializados, lo cual es una ventaja para ciertas habilidades, y una desventaja para adaptarse a tener que usar otras.

Esto me hace pensar en el humano y su formación como artista, deportista, o de cualquier tipo. El hecho de super especializarnos en algo, nos permite lucirnos, pero nos condiciona también.

El actor que dice “yo sólo hago cine” ó “sólo drama”, o el bailarín “sólo clásico” ó el músico que defiende que “compongo con partituras” o “sólo improviso”, no hacen más que cerrarse la gran oportunidad de experimentar lo desconocido, de encontrar en el caos un espacio de infinitas posibilidades, de poder adaptarse a terrenos que no son los que suelen transitar. Y entonces no sufrirían tanto al tener que probarse en otras disciplinas, estilos, técnicas, habilidades.

El axolote con su magro desarrollo gana algo que muchos quisieran tener, justamente la capacidad de adaptación. Pueden nadar, caminar, trotar, respirar bajo el agua, respirar fuera. Imaginemos por un momento que el axolote tuviera conciencia de su grado de evolución lento (salvo en lo sexual), podría deprimirse por no ser el mejor en nada, pero en el fondo se encontraría tarde o temprano con la ventaja de estar apto para todo terreno.

Como artistas, deportistas, empresarios; como hombres y mujeres que buscamos evolucionar, no dejemos pasar la oportunidad de reflexionar sobre este aspecto de la naturaleza (llamado neotenia), que nos puede enseñar tanto como grandes frases célebres, libros de autoayuda o disertaciones de expertos.

No siempre más es mejor.

sábado, 25 de junio de 2011

El actor y los métodos

Tuve la enriquecidora experiencia de asistir a clases de maestros con diferentes técnicas en lo que respecta a actuación, canto, expresión corporal.
Con algunas me sentí cómodo, pero no progresaba, con otras no me sentí a gusto, otras no las comprendí, y así sigue la lista de sensaciones encontradas.
A veces sentía avanzar progresivamente, otras daba un gran salto, y muchas otras tantas sentía que involucionaba en mi proceso de aprendizaje. Involucionar es algo muy subjetivo, ahora a la distancia veo que aún cuando uno se siente que retrocede, puede estar sacando provecho y enseñanzas, de las dudas, de los errores, de las dificultades.
Tuve maestros dogmáticos, y otros más eclécticos (podían combinar técnicas, o utilizar la más conveniente según la experiencia).
El debate entre ellos es un tema aparte, y generalmente lo encuentro en reportajes o sitios de interés para los artistas.
Desde la perspectiva de la psicología, o cuando realizo trabajos de coaching con artistas, el método puede ayudarnos a ver las cosas de determinada manera, e incluso, ante la incertidumbre, ser un apoyo donde el actor desacansa y se siente seguro.
Pero otras veces el actor siente que tanto conocimiento, teoría,o técnicas aprendidas lo inmovilizan un poco en cuanto a la creatividad en estado puro, el impulso creativo, el error como camino, el riesgo de no saber bien que camino se está tomando.
Mi conclusión, que no pretende ser la de ustedes, es que hay que respetar los métodos que aprendimos y recurrir a ellos cuando lo sientan así, pero que prueben poco a poco confiar más en los impulsos, en la prueba, el riesgo, y en el caos, pues en el caos reina el desorden pero también las múltiples posibilidades, aún las que en un principio ni podíamos siquiera imaginar.

Gracias a los que habitualmente escriben a jquirno@gmail.com y sugieren temas para tratar aquí.
Muchos piden experiencias de artistas de la escena nacional, actores, directores, etc, a los cuales trataré de contactar proximamente. Los invito a participar.
Saludos.

sábado, 9 de abril de 2011

Fobia (o miedo irracional)

Hoy en día se mezclan en el lenguaje cotidiano, términos que antes estaban restringidos a los profesionales de la salud. Hoy vamos a hablar de la “Fobia”, y diferenciar básicamente que es, y qué no es.

Se denomina fobia a una reacción desmesurada, exagerada, irracional, frente a un objeto, persona o situación.

Las fobias simples o específicas, se llaman así justamente porque la reacción que causan está bien definida o acotada a este objeto, persona o situación.

Las más popularmente conocidas son la claustrofobia (miedo a lugares cerrados), aracnofobia (a las arañas), aerofobia (a volar), emetofobia (a vomitar), brontofobia (a truenos, relámpagos, y factores climáticos), belonefobia (a las agujas) y la lista continúa.

Las reacciones suelen ser de mucha ansiedad, de un sufrimiento intenso, por ende no es lo mismo que pase una cucaracha y me de asco y no quiera pisarla (no es fobia), a que pase una cucaracha y comience a temblarme el cuerpo, bajarme o subirme la presión, sentir taquicardia, o huir despavoridamente del lugar (esto sí, es fobia).

Uno de los criterios de diagnóstico de la fobia está referido a que la persona sabe, está consciente de lo irracional que es este miedo, pero no puede evitarlo.

También se refiere a que este miedo interfiera con nuestras actividades laborales, académicas, sociales, familiares. El comenzar a evitar estos ámbitos para reducir las posibilidades de enfrentar al factor que produce la fobia, provocará un deterioro concreto en alguno o en todos estos ámbitos.

Si alguien sufre una situación similar una o dos veces, o una vez cada tanto, tampoco podemos diagnosticarlo como fobia. Se necesita un tiempo de permanencia o recurrencia de unos 6 meses en adelante, si bien los manuales están hechos en base a estadísticas y no representan un plazo exacto.

Como suelo decir al pie de mis notas, tranquilos, hay una buena noticia y es que la fobia tiene tratamiento, generalmente con resultados favorables. Lo curioso es que muchas personas suelen quejarse mucho de su fobia, pero tratarlas poco. Sola, dificilmente se vaya. Tomando cartas en el asunto, haciendo las terapias recomendadas, y siendo constante en algunas indicaciones, este problema que suele ser tan disfuncional puede reducirse a una molestia totalmente manejable, e incluso desaparecer.

En el próximo artículo, estrategias de intervención para tratar la fobia.