lunes, 23 de junio de 2008

La perfección como excusa

En el discurso de muchos artistas, y en otros ámbitos de la vida también, es usual escuchar que algo siempre está "a punto de" ser estrenado, concretado, expuesto y finalmente nunca llega ese ansiado momento.

Alguien dijo alguna vez, "lo mejor es enemigo de lo bueno", y palabras más palabras menos lo que nos deja esta frase es la sensación de que si apuntamos a la perfección lo más posible es que no terminemos dando en el blanco.

El nivel de exigencia exagerado atenta contra la realidad concreta. Lo perfecto está en un campo ilusorio, mental, inaccesible. Siempre falta un poquito más. A veces esta actitud es reforzada por los demás que alientan a aquel que desea superarse constantemente.

Lo real, está aquí y ahora, es perceptible, modificable, falible. Puede fallar. Si, claro, puede fallar. Hay una dosis de riesgo y la aceptación de esta condición nos puede ayudar a concretar esos proyectos que por alguna u otra razón siempre quedan postergados.

Superarse entonces es algo bueno, en la medida que nos deje crear, crecer, actuar, cantar, disfrutar. Si se convierte en una obsesión nada de esto ocurrirá. Y si detrás de la postergación lo que hay es temor, ansiedad, inseguridad, entonces la perfección no habrá sido más que una excusa.