viernes, 9 de mayo de 2008

Preocuparse u ocuparse.

Son varios los artistas que ante determinadas situaciones de exposición sufren síntomas que a veces son molestos y otras son desagradables.

Surge entonces la pregunta de si esta reacción es normal o no, si les pasa a ellos únicamente, si es un gaje de la profesión o un mal necesario que deben transitar quienes trabajan en público.

Al preguntarle a sus compañeros de teatro, de baile, de canto, lo más probable es que la respuesta sea "es normal", "tengo 20 años de experiencia y sigo sintiendo miedo", "ese cosquilleo en el estómago lo tuve siempre", y demás opiniones que de manera intencional pueden minimizar un problema que la persona tiene y no sabe bien cómo definirlo.

Ante cualquier evento importante, no sólo artístico sino también una cita, una entrevista de trabajo, un exámen, es lógico que cierta activación de nuestro sistema nervioso se haga presente para afrontar un hecho que no es cotidiano.

Entonces, ¿cuando consultar con un terapeuta, cómo detectar qué nos está pasando, cuáles son las señales más claras?

Caben múltiples explicaciones para este tema, pero una buena forma de diferenciar entre una simple preocupación, o la necesidad de consultar, es el grado de incapacidad que generan estos síntomas. Si me duele un poco la panza, y al comenzar el show se va pasando, no es lo mismo que una descompostura que ponga en riesgo el acting. Un poco de transpiración no es más que una manifestación de nuestro sistema de alerta, pero un desmayo es una reacción excesiva. Tener alguna duda con la letra es propio de una situación normal, quedarse con la mente en blanco no.

Lo que nos da la pauta de cuando consultar es lo invasivo de estos síntomas, la capacidad que tienen de invalidar a la persona para lograr la meta que se había propuesto y para la que se había preparado y entrenado.

Si tienes dudas, lo mejor es consultar. Mientras tanto, centrarse en la respiración, aplicar alguna de las múltiples técnicas de relajación y confiar, confiar, confiar.